lunes, julio 07, 2008

ROBERTO FONTANARROSA: VIEJO CON ARBOL


...Y ahí debajo del arbol solía ubicarse el viejo. Había aparecido unos cuantos partidos atrás, con su gorra y la radio portátil en la mano. Jubilado seguramente, no tendría nada que hacer los sábados por la tarde y se acercaba a ver los partidos de la Liga. Los muchachos primero pensaron que sería casualidad, pero al tercer sábado que lo vieron pasaron a considerarlo hinchada propia.
...El viejo no faltaba desde hacía varios sábados, firme debajo del árbol, casi elegante, la mano derecha en alto sosteniendo la radio, como quien sostiene un ramo de flores. Nadie lo conocía, no era amigo de ninguno de los muchachos.
-La vieja no lo debe soportar en la casa y lo manda para acá -bromeó alguno.
Y ahí, debajo del árbol, fue a tirarse el Soda cuando decidió dejarle su lugar a Eduardo, que estaba de suplente, al sentir que no daba más por el calor. El Soda se derrumbó a la sombra del árbolito y quedó bastante cerca, como nunca lo había estado: el viejo no había cruzado jamás una palabra con nadie del equipo.
-¿Está escuchando a Central Córdoba, maestro? le preguntó el Soda. El viejo giró para mirarlo. Negó con la cabeza y se quitó el auricular de la oreja.
-No, música.
-¿Algún tanguito?- probó el Soda.
-Un concierto. Hay un buen programa de música clásica a esta hora.
-Pero le gusta el fútbol -le dijo-. Por lo que veo.
El viejo aprobó enérgicamente con la cabeza.
-Lo he jugado y además está muy emparentado con el arte. Muy emparentado.
-Mire usted nuestro arquero. La continuidad de la nariz con la frente. La expansión pectoral. La curvatura de los muslos. La tensión en los dorsales -se quedó un momento en silencio, como para que el Soda apreciara aquello que él le mostraba-. Bueno...Eso, eso es la escultura...
El Soda adelantó la mandíbula y osciló levemente la cabeza, aprobando dubitativo.
-Observe, observe usted esa carrera intensa entre el delantero de ellos y el cuatro nuestro. El salto al unísono, el giro en el aire, la voltereta elástica, el braceo amplio en busca del equilibrio...Bueno...Eso, eso es la danza...
El Soda aprobó con la cabeza. Los muchachos no iban a creerle cuando él les contara aquella charla insólita con el viejo, si es que les quedaba algo de ánimo, porque la derrota se cernía sobre ellos como un ave oscura e implacable.
-Y vea a usted a ese delantero...-señaló ahora el viejo, casi metiéndose en la cancha, algo más alterado-...ese delantero de ellos que se revuelca en el suelo como si lo hubiese picado una tarántula, distorsionando el rostro, bramando falsamente de dolor, reclamando histriónicamente justicia...Bueno...Eso, eso es el teatro.
El Soda se tomó la cabeza.
-¿Qué cobró?-balbuceó indignado.
-¿Cobró penal?-abrió los ojos el viejo, incrédulo. Dio un paso al frente, metiéndose apenas en la cancha-.¿Qué cobrás?-gritó después, desaforado-.¿Qué cobrás, referí y la reputísima madre que te parió?
El Soda lo miró atónito. Ante el grito del viejo parecía haberse olvidado repentinamente del penal injusto y de la derrota inminente. El viejo estaba lívido mirando el área, pero enseguida se volvió hacia el Soda tratando de recomponerse, algo confuso, incómodo.
-...¿Y eso?- se atrevió a preguntarle el Soda, señalandolo.
-Y eso...-vaciló el viejo, tocándose levemente la gorra-...Eso es el fútbol.

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